PAVEROS

El gran escritor Josep Pla, en una célebre entrevista televisiva que concedió a Joaquín Soler Serrano, habló de un colectivo barcelonés, que es la antítesis de la gente humilde y sencilla: los paveros.

El término "pavero" procede de un ave, el pavo. Pero, ¿qué es un pavero? Pues no es más que un espécimen humano, sobre todo carente de sentido del ridículo y envidioso. Además, es arrogante, fanfarrón, prepotente y estirado.
El pavero cree que es un ser muy brillante. Se escucha cuando habla. Alardea de una vida social agitada, intensa, con la agenda siempre llena de compromisos.

Este "pájaro" puede lucir varios plumajes. El más alocado, muestra la pluma sin ningún pudor. El afrancesado es insoportable, debido a su mirada por encima del hombro y a un acentuado complejo de superioridad. Y luego están los "paveros reales", pertenecientes a una familia muy conocida del país. Éstos últimos son privilegiados, viajeros y viven en jaulas doradas. Que nadie se lleve a engaño: NO SON CAMPECHANOS, NI SENCILLOS, NI MUY DE SU TIEMPO.

Volvamos a Josep Pla y a Barcelona. Aquí tenemos un pavero de tomo y lomo: Joan Laporta. ¡Al loro! Sólo se trata de un abogado del montón, convencido de ser el Mesías de Catalunya. Tiene un afán de protagonismo fuera de lo común y se apunta a todas las fiestas. La última, la de la alcaldía de Barcelona.

Y para que nadie me acuse de enfermo anticulé y/o anticatalán, otro ejemplo (ibérico): José Mourinho, el fantoche, engreído, chuloplaya y perdonavidas entrenador del Real Madrid; pero en realidad un gran actor, igual que muchos agentes comerciales.